Continuo hoy con mi blog compartiendo con vosotros este post donde voy a contaros un truquito muy curioso e interesante para combatir los nervios: “La botella de agua”.
El truco es bien sencillo y fácilmente aplicable por tod@s. Es tan sencillo como “beber un trago de agua justo antes de salir a escena” No hace falta tanta como la foto…pero si beber algo. ¿Por qué? Esta pregunta la lanzo siempre en los talleres que imparto y las respuestas que recibo son muy variadas pero nunca dan con la clave.
La respuesta real tiene un toque «primitivo y evolucionista». El miedo, por lo general – y sin entrar en mucho detalle- se produce en la amígdala. La amígdala es una estructura subcortical situada en la parte interna del lóbulo temporal medial. Este elemento posee conexiones con la gran mayoría del encéfalo, siendo un núcleo de especial relevancia que puede afectar al conjunto del sistema nervioso y a la funcionalidad del organismo. Es decir, es una parte de nuestro cerebro siendo un elemento clave para la supervivencia, debido a que su principal función es integrar las emociones con los patrones de respuesta correspondientes a estas, provocando una respuesta a nivel fisiológico o la preparación de una respuesta.
La amígdala es, pues, el principal núcleo de control de las emociones y sentimientos en el cerebro, controlando las respuestas de satisfacción y/o miedo. Forma parte del conocido “cerebro reptiliano” y es la estructura más básica y primitiva que hay en nuestro cerebro. No reflexiona, solo prepara para actuar y actúa.
Explicando esto y entendiendo un poco su funcionamiento digamos que, en los albores de la civilización, cuando el ser humano estaba luchando, literalmente, por sobrevivir, la amígdala era fundamental para nosotr@s ya que nos mantenía alerta y nos hacía reaccionar ante cualquier peligro. Activaba el cuerpo y la mente…y nos ayudaba a sobrevivir. La percepción de un peligro ponía en marcha el mecanismo –encabezado por la amígdala- para huir o enfrentarnos a ese peligro.
Muchas veces, las situaciones de peligro en esos tiempos estaban relacionadas con la vida o la muerte, es decir, o venía un león a por ti, o una tribu enemiga, o una manada de animales…algo pasaba que hacía peligrar la vida de la persona.
El hablar en público es percibido por muchas personas como algo “peligroso” y activa todos los mecanismos que tiene el cuerpo para enfrentarse a un peligro “real”: Palpitaciones, respiración agitada, sudoración, rigidez muscular, un chute de adrenalina interno que te está preparando para la acción. Todas esas reacciones internas nos agobian, nos distraen del objetivo e incluso, a algunas personas, les bloquean.
¿Qué pasa si nos tomamos ese traguito de agua justo antes de salir a hablar en público? ¿Qué efecto tiene? Muy sencillo, si lo hacemos le enviamos un mensaje a ese cerebro primitivo que le dice “Si puedes pararte a beber agua es que no hay peligro de muerte por lo que la situación no es para preocuparse tanto.”. Esto, automáticamente, debe parar todo el mecanismo que he comentado antes y hacer que tengas mucho más control de la situación.
¿Te ha gustado la propuesta? Si la pones en práctica no dejes de compartir con nosotros los resultados, ¿vale?
Un saludo y ya sabéis, si queréis más, podéis seguir a «El arte de comunicar» pinchando aquí o a recién estrenado canal Youtube
Isaac Albarracín